domingo, 20 de noviembre de 2016

Esperando la sentencia de PISA 2015.


Como cada tres años, el próximo día 6 de diciembre se harán públicos los resultados de PISA 2015 (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes). En esta ocasión la muestra de estudiantes de Colombia ha sido de 13.459 estudiantes de 380 instituciones educativas (110 privadas y 270 públicas), correspondientes a 38 departamentos del país. En las pruebas, además han participado más de 70 economías del mundo.

Pero ¿qué hace, que los resultados de PISA, sean tan esperados como temidos? Seguramente, porque se se suele hacer una interpretación partidista de los resultados, o si lo quieren decir de otro modo, interesada. Ya que, finalmente, parece importar más el lugar que ocupa cada país en el ranking general, que hacer un análisis cualitativo y  adecuado de los resultados, para sacar alguna conclusión positiva de los mismos.

Lo primero que tendríamos que saber como ciudadanos, qué es lo que realmente mide PISA, pues hacer juicios de valor solo por lo que sale en los medios de comunicación es una temeridad, ya que, en muchos caso, desconocemos realmente lo que esos datos significan. Y en consecuencia nuestros argumentos estarán construidos sobre arenas movedizas.

En segundo lugar, en relación con los resultados que se obtengan, será muy importante decir que PISA no mide solo resultados de los sistemas educativos, si no la capacidad que tiene un estudiante de 15 años para resolver situaciones que se le puedan presentar en la vida, pues nunca pregunta conocimientos teóricos de modo directo, sino que plantea resolver situaciones en las que deben ser aplicados. Y eso exige recordar que las personas aprendemos desde que nacemos, no desde el momento en el que nos escolarizamos y, por ello, también mide lo aprendido fuera de la escuela, en el ámbito familiar y social. En consecuencia los resultados no son solo responsabilidad de lo que enseñan las escuelas, si no también de la atención y las enseñanzas que, desde la familia y todos los medios que rodean al niño, ofrecemos a nuestros menores desde que nacen hasta los 15 años que es cuando se realiza la prueba. Es decir, PISA mide el resultado de la experiencia acumulada por los alumnos en toda su vida.

En tercer lugar, PISA no toma en cuenta ni el nivel ni los estudios que esté realizando el alumno en el momento de la prueba, por eso no importa la opción, o especialidad, que que esté cursando cada estudiante.

En cuarto lugar, estamos de acuerdo con el sociólogo Julio Carabañas (La inutilidad de PISA para las escuelas, 2015), cuando afirma que “Estas correlaciones (se refiere a las diferentes literacias (lectura, matemáticas y ciencias)) confirman que todas las pruebas PISA miden una misma capacidad, aptitud o competencia.” Incluso, en el mismo texto se pregunta “¿Miente PISA? A veces no, pero es difícil negar que, en último término, sí.”

Para finalizar cabría hacerse la siguiente pregunta ¿se hace una interpretación adecuada por los gobiernos, y por la sociedad en general, de los resultados que ofrece PISA? La respuesta es que no se hace un buen uso de los resultados, y se desaprovecha la ocasión de sacar alguna enseñanza positiva que el informe ofrece.

Pedro Navareño Pinadero.

El texto anterior fue escrito y publicado por el Periódico de Buga. 19 de noviembre de 2016.
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